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Notas sobre la vida y ministerio de Rolfe Barnard (1904-1969)

Hace algo más de 55 años que salí de mi casa para pasar el verano trabajando en Lexington, KY. Luego en Septiembre de ese mismo año (1959) comencé mis estudios bíblicos y teológicos en Lexington Baptist College. Durante ese verano conocí a John Thornbury, un hombre soltero, quizás unos 7 años mayor que yo, pastor de una iglesia bautista. Poco a poco, en la providencia misteriosa de Dios, llegué a saber más de él, de su amor al Señor y de los libros puritanos que tenía. En ese proceso nos habló de su conversión y por primera vez en mi vida (que yo recuerde) oí el nombre de Rolfe Barnard. Ese hombre fue usado por Dios en la conversión de John Thornbury, y John nos contó cosas de él que nos dejaron atónitos y por lo que alabo al Señor que puso a ese hombre en el camino de John y de muchos otros.

De hecho, es muy posible que yo no estuviese aquí hoy si no fuera por John Thornbury, porque fue él quien me invitó a oír predicar a Albert N Martin en su iglesia en la primavera de 1962. El impacto de esa predicación ha sido duradero. Por John Thornbury conocí los escritos puritanos, y a hermanos del movimiento de la gracia soberana. John fue el instrumento que Dios usó en su providencia para que conociera al pastor Martin y después a Eugenio Piñero. Pero, el punto que hago ahora es que no hubiera conocido a Thornbury si no fuera por Rolfe Barnard. En ese sentido, en la cadena de sucesos de la providencia de Dios, varias cosas han pasado en mi vida indirectamente por Barnard, por medio de Thornbury.

Luego conocí a otros que conocieron a Barnard personalmente o que sabían mucho de él y tenían grabaciones de sus sermones (que están disponibles), como Drew Garner, que pastoreó una iglesia en Houston, TX y Norbert Ward que publicó una revista en Tennessee, quien nos visitó en PR y nos ayudó en la publicación de nuestra revista “Heraldo de Gracia”. Ward me dio una grabación (o más) de un sermón de Barnard. Me acuerdo la impresión sobre mi alma de un sermón sobre Hechos 2:36 en el cual habló sobre el señorío de Jesús y en una parte dijo claramente algo como esto, El asunto no es ¿qué vas a hacer con Cristo?, sino, ¿qué va a hacer Cristo contigo?

Confieso que no he ido a internet para escuchar sus sermones. Mi interés en él fue renovado cuando el pastor Jeffery Smith (Iglesia Bautista Emmanuel de Coconut Creek, FL) le mencionó en una conferencia de pastores en Montville, dando una cita de una nueva biografía de Barnard, que tiene como título God’s “Hitchhike” Evangelist (El evangelista de Dios que buscó viajes gratis, o sea para llegar a los sitios donde iba a predicar), escrito por E A Johnston, Revival Literature.

Compré el libro y leí las partes biográficas, y algunas otras, pero no leí todos los 10 sermones incluidos como ilustración de su predicación. La mayor parte de lo que presento aquí procede de ese libro, y del testimonio de John Thornbury, del que ese libro también incorpora en gran parte, y también aparece (pero sin su nombre) en http://www.thebibleistheotherside.org/message13.htm.

Nacimiento y primeros años hasta su tiempo en Baylor.

Barnard nació el 4 de agosto de 1904, en el estado de Alabama, en un pueblo llamado Gunterville, donde hay un lago y un parque estatal en la actualidad. Sus padres, James (Jim) y Julia eran cristianos de buen testimonio. Tenían su tiempo de adoración en familia. Rolfe fue el tercero de 7 hijos (3 varones y 4 hembras).

El padre de Rolfe fue el superintendente de la escuela en ese lugar, y Barnard fue criado en ese ambiente académico en el que vio la importancia de una buena educación y del amor por los libros. Leía libros e imaginaba cómo quería que fuese su vida.

Hay dos cosas que quisiera mencionar en relación a este hombre en su etapa de juventud. Son hechos a las cuales él mismo dio importancia en su historia personal:

1) No sabía que, desde su nacimiento, sus padres le habían ofrecido a Dios con el propósito de que fuera un predicador. No le dijeron nada hasta que estaba estudiando en la universidad.

2) También, cuando tenía 11 años, Barnard respondió a un llamamiento para servir a Cristo. Barnard no era salvo cuando hizo eso, pero luego declaró que Dios no devuelve lo que le es dado. En su caso, Dios persiguió a ese hombre para que no cumpliera su propia voluntad como trató de hacer durante un tiempo en su vida.

Mudanza a Texas, sus estudios universitarios, su carrera preferida y su ateísmo

La familia Barnard se mudó a Abilene, Texas, cuando Barnard era adolescente. A 15 años de edad comenzó sus estudios en la Universidad Hardin Simmons. Rolfe decidió que quería ser abogado. Después de terminar en Hardin Simmons, ganó una beca para estudiar en la escuela de leyes de la Universidad Baylor, una universidad bautista. En ese tiempo un conocido bufete de abogados esperaba su graduación.

Aparentemente cuando estaba en Hardin Simmons y cuando sus padres vieron sus intenciones de realizar una carrera de leyes, decidieron comentarle cómo se habían comprometido para ofrecerle a él al Señor y al ministerio. Esas palabras no le gustaron a Rolfe porque ya tenía sus planes, y esos planes no incluían ser un predicador. De allí en adelante había una batalla contra Dios, porque en su mente, él asociaba el creer en Dios con el servicio en el ministerio de la predicación, y no quería eso.

Cuando Rolfe estudiaba en Baylor logró muchos honores. Era un hombre alto, bien parecido y querido por muchos. Podía debatir bien, participó en las producciones de teatro de la escuela, pero especialmente ganó fama (o mejor dicho, mala fama) porque dijo que era ateo. Como era un estudiante excelente y un líder en el campus, sus profesores se molestaron con él, especialmente, porque estaba llevando a otros estudiantes hacia el ateísmo. Después de su conversión, lamentó que hubiera encaminado a tantos al infierno en aquellos tiempos.

Todo eso salió de él porque no quiso ser un predicador. No quiso vivir con pan de maíz y agua (como decía) cuando tenía la esperanza de trabajar con abogados de prestigio. En su rebeldía, formó un club de incrédulos, y logró tener como 300 estudiantes en el grupo. Pero, después de su conversión, dijo que vivía con el temor del infierno. Por el día, debatía argumentando que no hay Dios, y por la noche le rogaba a Dios que no le matase. Era un infeliz, engañando a otros estudiantes que no sabían nada de su gran lucha interna.

Había un profesor de inglés que oraba por su salvación (y sus padres también estaban orando por su salvación). Barnard habló de ese profesor en un sermón, expresando su convicción de que Dios había oído esas súplicas que nunca dejaron de realizarse y que decían, “Rolfe, no puedo dejarte ir al infierno.”

Su conversión.

Antes de seguir su carrera como abogado, Rolfe quería pagar unas deudas, y consiguió un trabajo como maestro en un pueblo en la parte norte de Texas, aparentemente en el pueblo llamado Panhandle, relativamente cerca de Amarillo. En aquel entonces, para enseñar en una escuela en Texas, era necesario ser miembro de una iglesia. Con esto en mente, Barnard se unió a una iglesia bautista, un domingo por la mañana, mediante el compromiso de obtener una carta de recomendación. (¡Imagínense la condición de la iglesia que todavía no le tenía como miembro!). Pero a pesar de este favor, no volvió para el culto del domingo por la noche y tampoco fue el miércoles, y a pesar de todo ¡le eligieron para enseñar en la clase dominical de los hombres! Al saber esto, sintió que no podía rehusar y por tanto empezó a enseñar en esa clase con gran dominio (porque sabía mucho de la Biblia). Pero dentro de sí sabía que era un hipócrita. Algún tiempo después el pastor renunció y durante 2 o 3 domingos no hubo predicación. Barnard estaba compungido por su hipocresía, se sintió totalmente acechado y acosado por el Señor, y un domingo por la tarde, se encerró en su cuarto, puso su Biblia en el suelo y sepultó su cara en ella diciendo: “Señor, si me salvas o si me condenas, predicaré de ahora en adelante”. Dios le dio paz. Dejó su hipocresía y el engaño diabólico en el que estaba inmerso.

Ese mismo día decidió ir y hablar con el superintendente de la escuela dominical de la iglesia, el Sr. Mills, y le dijo, “Hermano Mills, he venido para decirte que el Señor me ha salvado y quiero predicar el domingo que viene.” El hermano respondió, “Bueno, al fin” (en inglés, “Well, it’s about time” ). Barnard no supo cómo entender esa reacción, porque eso no era lo que él esperaba. El hermano explicó que cuando la madre de Barnard supo que iba a estar en esa iglesia, escribió cartas idénticas al superintendente de la escuela dominical y al pastor (así, sin nombres), diciendo, “Mi hijo va a tu pueblo para enseñar en la escuela (pública). Ha sido llamado para ser un predicador. No es salvo. Su vida es un desastre. No le permitan tener un momento de paz”. El superintendente continuó, “Muchacho, eso es lo que hemos hecho. Sabíamos que no eras salvo, pero te escogimos para ser maestro de la clase dominical de los hombres. Nos hemos reunido una vez por semana, orando diciendo:, ‘Señor, que este joven tenga más presión’. Hemos estado esperando.”

Algunos creen que los tejanos son raros o especiales o algo así, y no sé qué decir sobre los métodos de esos cristianos tejanos. Pero, Dios obró para la salvación de ese hombre que fue dedicado desde el vientre de su madre, y que hizo una promesa en su ignorancia cuando tenía 11 años. De allí en adelante, Rolfe Barnard predicó la Palabra hasta su muerte en 1969.

Primeros pasos en el ministerio.

Cuando el Señor le salvó, Barnard escribió 2 cartas, una a su madre y otra al profesor de inglés en Baylor, al que siempre había buscado su salvación.

La noticia de su conversión llegó a los oídos del presidente de la Universidad de Baylor y ese hombre llamó al superintendente de la escuela donde Barnard estaba enseñando. Pidió al superintendente que diera a Barnard una semana libre para que pudiera ir a Baylor y hablar a los estudiantes. Llamó a Barnard diciendo que quería que fuera para deshacer, en lo que pudiera, todo el mal que había hecho. Durante una semana cumplió con su cometido, tratando de deshacer el mal realizado anteriormente, proclamando la verdad. Algunos creían que estaba loco y le rechazaron por completo, muriendo en su rebeldía.

Barnard fue ordenado al ministerio en la iglesia a la que pertenecía como miembro. En uno de sus sermones (citado por Johnson), dice, “Nunca olvidaré cuando fui ordenado. Me acuerdo de mi amigo, quien partió al cielo hace ya muchos años, y predicó el sermón de mi ordenación. Yo era un hombre joven que creía que sabía ‘todo’, y por eso mismo no sabía nada. Estaba llena de vitalidad y vigor, y pensé que si me soltaran en el mundo durante un año, podría convertir a todo el mundo. Y allí estaba yo, en pie frente a ese predicador, y entre las cosas que me dijo recuerdo estas palabras, ‘Hijo, no sabes lo que implica el ministerio en el qué estás entrando. Aún puedes creer, pero habrá noches cuando no podrás dormir. Tu esposa no podrá consolarte, tus seres queridos no podrán consolarte. Los cielos estarán oscuros y desearás la muerte. No sabes cuantos dolores de corazón vas a experimentar. No te das cuenta todavía de la oposición de Satanás o de la depravación absoluta de los hombres, aun de hombres buenos. Quisiera recordarte una cosa: Rolfe, limítate a la Biblia, no vayas más allá de la Biblia y predica la Palabra’.

Alrededor del año 1926, Rolfe Barnard fue enviado por los Bautistas del Sur a establecer una iglesia en un pueblo nuevo, en un lugar donde habían descubierto mucho petróleo. El pueblo se llamaba, Borger, Texas, tenía una sola calle de 2 millas y media de largo (4,25 kms) con casinos, barras, salones de baile y casas de prostitución. Los bautistas habían comprado un solar y mandaron a Barnard para comenzar la obra. Llegó siendo joven, no estaba casado todavía, era el único predicador en el pueblo. La gente le llamaba “the preacher” (el predicador).

Barnard encontró un salón de baile en venta y asumió el compromiso de comprarlo. También contrató a un hombre para edificar en ese solar de los bautistas. No había fondos para el edificio y para realizar el trabajo, de manera que Barnard hizo una recolecta en los negocios del pueblo con el anuncio de que iba a edificar en ese solar donde la Palabra sería predicada. Muchos aportaron, mucho más de lo necesario para el trabajo. Cuando alguien le dijo que no debía aceptar el dinero del diablo para hacer la obra del Señor, Barnard le dio las gracias por su observación, pero dentro de sí él sabía que Satanás no tiene dinero, porque todas las riquezas pertenecen a Dios.

En su recorrido por los distintos negocios que había en ese pueblo, llegó al del Sr. Borger, el hombre más poderoso del lugar. El pueblo llevaba su nombre porque este hombre controlaba casi todo. Cuando llegó al negocio de este señor, había un buen grupo de personas que le estaban esperando porque ya sabían lo que estaba haciendo. Cuando llegó, le dijeron que no iban a donar un centavo sin oírle predicar. Barnard aceptó y antes de empezar tomaron una foto de Barnard al lado de un par de alguaciles, él con su Biblia y ellos con sus dos pistolas. Esa foto apareció en varios periódicos.

Llevaron un barril usado de cerveza y Barnard se subió y predicó sobre Eclesiastés 12:7, “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.” Les dijo que todos iban a morir y también que iban a perecer si no se arrepentían. El Espíritu Santo obró de una manera tan poderosa que 7 hombres cayeron al suelo confesando al Señor Jesucristo. En su narración sobre esto, Barnard dijo que estas siete personas formaron parte de los miembros fundadores de la iglesia (que todavía existe), y fueron los primeros diáconos también.

Barnard trabajó en ese pueblo de 50.000 habitantes durante 16 meses. Bautizó 2.361 personas. Como era el único predicador, le llamaron para predicar en los funerales. Según su testimonio, mantuvo un promedio de 3 funerales al día. Una vez, había 7 en un día. Convivió con la muerte, y parece que la experiencia de aquellos días al estar junto a personas que le llamaban cuando estaban muriendo porque no querían ir al infierno, dejó una profunda huella en su alma.

Hubo un tiempo cuando el gobernador de Texas trató de limpiar ese pueblo. Barnard acompañó a los “Texas rangers (policía estatal)” y le permitieron prender fuego para destruir las máquinas que usaban en los casinos. También echaron fuera en torno a 1.200 prostitutas, pero, según él, pronto volvieron, porque los hombres son corruptos por naturaleza y solamente un milagro de la gracia divina puede salvarlos.

Matrimonio, estudios teológicos y próximos pasos en el ministerio.

Rolfe Barnard se casó con Hazel Hayes Hilliard en Amarillo, TX, el 25 de octubre de 1927. En enero de 1928 comenzó sus estudios teológicos en Southwestern Baptist Seminary. Había unos buenos profesores en ese seminario que fue establecido por los esfuerzos de B H Carroll. Al principio, Rolfe no quería aceptar la soberanía de Dios en la salvación de pecadores, pero mediante un libro de sermones de B H Carroll que había comprado por 10 centavos, el Señor le convenció y de allí en adelante su predicación fue diferente, y con el resultado de que muchos le rechazaron. Ese libro de 10 centavos le costó mucho. Un hombre que conozco personalmente, que hizo su doctorado en SWBS, me dijo que tuvo acceso a los expedientes de unos estudiantes de antaño. Encontró el expediente de Rolfe Barnard, y vio que alguien había escrito una nota “This man is lost to our cause” (Este hombre se ha perdido para nuestra causa).

Barnard pastoreó en varios lugares, pero también viajó mucho predicando acá y allá según fue invitado. Visitó Nueva York para conocer a una famosa misión llamada “Bowery” (misión dedicada a la búsqueda de la salvación de alcohólicos y otros).

En esos primeros años, él y su esposa pasaron por el gran dolor de ver morir a su hija de tres años y medio. Muchas veces nuestro Señor usa grandes aflicciones para moldear a sus siervos a fin de que puedan servirle aun mejor.

Capellán.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Barnard predicó en una tienda de campaña cerca de un campamento de la Fuerza Aérea en Montgomery, AL. Tuvo oportunidades de predicar a unos cuantos de los 30.000 hombres que estaban en esta unidad, pero esa oportunidad desapareció. Por un tiempo trató de predicar en las terminales de los trenes. Pero al fin se dio cuenta de que tendría que alistarse en el Ejército para poder ministrar, de manera que se unió como capellán. Le mandaron a Harvard para unos cursos especiales y luego fue enviado a Montgomery, AL. Trabajó duro sabiendo que muchos iban a perder su vida. Durante nueve meses predicó domingo tras domingo a cientos de soldados. Salieron algunos y entraron otros. Estimó que pudo predicar a 58.000 hombres en aquellos meses. En una ocasión el oficial principal envió por medio de Barnard las órdenes para 500 hombres. Esos soldados iban a enfrentar gran peligro y el oficial quiso que Barnard les predicara.

Piedmont, el Instituto de la Biblia, Winston-Salem y el ministerio itinerante.

Hacia el fin del año 1946, Barnard fue invitado por Piedmont, un instituto bíblico en Winston-Salem, NC, para que fuera el evangelista de la escuela y profesor de teología durante parte del año, no a tiempo completo. Al principio predicó en las iglesias en y cerca del pueblo. Predicó por radio también y su ministerio tuvo mucho impacto.

Parece que por un tiempo (antes de 1950) Barnard cooperaba con hombres fundamentalistas, hasta el día en que vieron claramente que creía en la gracia soberana de Dios en la salvación. Desde ese momento tuvo mucha oposición.

Desde 1950 en adelante, Barnard predicó en muchos lugares. En los años 1950 visitó a Ashland, KY, y Dios obró de una manera maravillosa. Entre otros, John Thornbury descubrió que no era salvo en realidad, y el Señor le salvó. John nos ha dado mucha valiosa información sobre Barnard. Lo que John cuenta de los sucesos en Ashland sirve como ejemplo e ilustración de lo que pasó en muchos lugares (pero no en todos).

Además del testimonio de John Thornbury, quien habló con muchos otros también, y de otros que conocieron a Barnard personalmente, gran parte de lo que aparece en las biografías proviene de sus sermones, porque a veces contó a los oyentes las obras que el Señor había hecho para que los hombres se arrepintieran y creyeran y confesaran que Jesús es el Señor. Como Thornbury dice, “Se puede llenar un tomo con sus anécdotas”.

Una vez, predicó en Massachusetts y tuvo una confrontación seria con los norteños (los “yanquis”) que no quisieron hacer lo que debieron haber hecho (como orar, visitar, etc.). Pero, al fin Dios obró en la iglesia y de una manera extraordinaria, salvando a una muchacha italiana católica, y luego a su familia, que le había castigado cruelmente por haber confesado su fe en Jesús en una iglesia que no era católica.

En una iglesia en Illinois, Barnard llegó enfermo con gripe (influenza), pero predicó de todos modos. Predicó y se fue a acostarse. No sabía nada de lo que estaba pasando, pero el hecho es que algunos no querían oírle hasta el punto de que un diácono ofreció al pastor $400 para pagarle y despedirle enseguida. Pero él, siguió predicando, y después de unos días de predicación, durante un himno especial sobre “¿Por qué me amó tanto Jesús?” el Espíritu Santo comenzó a obrar. La esposa del pastor, que estaba tocando el órgano, dejó de tocar y gritó, “¡Estoy perdida!, ¡Estoy perdida!” Y salió para orar en un cuarto aparte. Y luego, su esposo el pastor, comenzó a llorar diciendo, “Estoy perdido, perdido, perdido”; y luego unos diáconos y el superintendente de la escuela dominical y unos católicos romanos que estaban presentes, todos fueron a un cuarto para orar. Sucedió de una manera inesperada. Dios recibió toda la gloria.

En otra iglesia había 7 diáconos opuestos a la visita de Barnard. Habían dicho al pastor que no iban a apoyar el ministerio, pero tampoco iban a causar problemas mediante una oposición pública. Sin embargo, hicieron algunas cosas para desanimar a la gente para que no asistiera a la predicación. El pastor, afligido, consultó con Barnard, y oraron para que el Señor o salvara a esos hombres o les matara. Se supone que esa oración era secreta, pero, los diáconos se enteraron y se rieron, diciendo que estaban orando por su muerte (pero eso no fue toda la verdad). Al cabo de 4 días el pastor predicó en el funeral de cada uno de aquellos 7 hombres. Cada uno murió repentinamente.

En Canadá, Dios salvó a la prostituta más conocida de la comunidad. Barnard iba con un hermano diácono, casa por casa, invitando a la gente para que fuera a escuchar la Palabra de Dios. Llegaron a una casa y Barnard abrió el portón del patio para ir y tocar la puerta de la casa. El otro hombre que le acompañaba le dijo que no era buena idea visitar esa casa. Barnard quiso saber por qué, pero el diácono no quiso decírselo, sino que le dijo que podría dañar su ministerio si fuera. Pero Barnard quiso saber por qué, y al fin el diácono le dijo que no debía estar allí porque una famosa prostituta vivía allí. No obstante, Barnard fue y tocó la puerta y la señora le respondió como si fuera un cliente, “¿Qué quieres tú muchacho grande?” Le dijo que era un predicador y quería que fuera a oírle. Ella dijo que la gente estaría impactada si ella fuera y Barnard dijo que esa gente necesitaba estar impactada, y le hizo prometer que iría. La señora dijo que sí y asistió esa noche. Al finalizar el sermón, estaba llorando, buscando misericordia. Los miembros de la iglesia no sabían que hacer, pero cantaron suavemente el himno “Amazing grace…” (Sublime gracia…). Había una viejecita santa allí, respetada por todos. Se levantó y fue hacia ella, la abrazó y le dijo, “Bienvenida, hermana, Bienvenida, hermana.”

En otra ciudad, había un líder de la iglesia, presidente de un banco. Ese hombre había defraudado mucho dinero del banco, y nadie lo sabía, pero Dios le compungió. Confesó su pecado, buscó misericordia. Agarró al Señor. Le arrestaron, le enjuiciaron y le encarcelaron, pero el hombre estaba contento porque Dios había tenido misericordia de él.
En casi todo lugar, había personas enojadas y molestas por el ministerio de Barnard, pero otros fueron rescatados. Han estimado que alrededor de 100.000 personas confesaron al Señor durante sus años de ministerio.

Barnard y Ernie Reisinger hicieron amistad y Barnard predicó en Carlisle, PA. Ernie Reisinger escribió unos cuantos artículos para una revista que Barnard patrocinó (The Redeemer’s Witness) y en la cual había artículos que Barnard mismo escribió sobre varios temas. (R. T. Kendall era el editor de la revista.)

Mediante el ministerio de Barnard muchos pastores llegaron a creer en la gracia soberana de Dios, y comenzaron a celebrar conferencias en diferentes lugares, sobre la gracia soberana. Pero, Barnard se preocupó por el rumbo de muchas de esas iglesias por su falta de amor a las almas y su falta de celo para evangelizar.

En su predicación Barnard enfatizó mucho la necesidad del arrepentimiento, el lugar de la ley (para “matar” a los hombres), y el señorío de Jesucristo. Se opuso tajantemente a la idea de que una persona podría aceptar a Jesús como Salvador, pero no como Señor, como muchos enseñaban en aquel entonces (y todavía hoy).

Barnard no buscó nombre para sí mismo. Murió El 21 de enero de 1969 de un infarto de corazón en Prairieville, LA. donde estaba predicando.

Trasladaron su cuerpo a Winston-Salem. En palabras de Thornbury, “Su funeral fue oficiado por el pastor Henry Mahan en una funeraria en Winston-Salem. No puedo pensar en un fin más apropiado a este artículo que las palabras del pastor Mahan: ‘Su mensaje de misericordia soberana fue un mensaje que despierta el alma. Era imposible quedarse neutral cuando Barnard predicaba. Al igual que ocurriera cuando predicaba el apóstol Pablo, cuando Barnard predicaba había un avivamiento o un disturbio. Como dijo él muchas veces, ‘Cuando el evangelio de la gracia es predicado, los creyentes se alegrarán, los rebeldes se enojarán y los fariseos estarán confundidos.’ Su mensaje fue verdaderamente el evangelio de la gloria de Dios. Definió claramente la “buena nueva” como una obra que Dios hace por el pecador, no algo que el pecador hace por Dios. Declaró como Dios puede ser justo y justificar a los impíos por la justicia de Jesucristo, nuestro Señor’.”

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